Biografía de Bert Hellinger
Articulo escrito y recopilado por Brigitte Champetier de Ribes
Bert Hellinger nace en Leimen, Baden-Württemberg, en Alemania el 16 de diciembre de 1925, en el seno de una familia católica muy ilustrada. Tenía un hermano mayor. Él considera a sus padres y a sus primeros años en casa como la primera y principal influencia en todo su trabajo. Una fe muy personal y una gran cultura alejaron a su familia de las creencias del Nacional Socialismo. Debido a sus repetidas ausencias a las reuniones de la organización de Hitler para la juventud y su participación en una organización ilegal católica, Bert Hellinger estaba vigilado por la Gestapo y fue clasificado como “Sospechoso de ser un enemigo del pueblo”. No fue arrestado gracias a que muy pronto, a los 17 años, fue reclutado por las fuerzas armadas. Vivió la realidad del combate durante un año, luego fue prisionero de guerra en un campo americano de prisioneros en Bélgica. Experimentó la dureza de la venganza ejercida sobre los presos. Al año se escapó y consiguió volver clandestinamente a su casa al cabo de meses de huida. Su madre, que estaba esperando al otro hermano, al abrirle la puerta le dijo: ¡Ah, eres tú! Estaba esperando al hermano que desapareció para siempre, engullido por la guerra en la terrible batalla de Stalingrado.
Estudió Filosofía y Teología en la Universidad de Würzburg en Alemania (1947-1951) y Pedagogía. Decide terminar sus estudios en Sudáfrica para empezar a ejercer su vocación entre los Zulúes, como misionero de la Orden de Mariannhill, Orden trapense que sigue las reglas de San Benito. Obtiene el grado de B.A. en la Facultad de Artes de la Universidad Natal de Sudáfrica (1953-1954). Estudió un año más en la Universidad de Sudáfrica donde obtuvo un grado académico en Educación Universitaria.
Sus 16 años de convivencia con la cultura Zulú también dejaron huellas profundas en su trabajo de Constelaciones Familiares. Allí dirigió un gran internado donde era profesor al mismo tiempo que cura de una parroquia. Comenta con satisfacción que el 13% de todos los negros sudafricanos que eran universitarios en Sudáfrica en esa época, habían sido estudiantes de su escuela misionera. Aprendió la lengua Zulú lo suficiente como para dar clases y dirigir el internado.
El respeto a los mayores que había aprendido en su familia se vio confirmado por la cultura Zulú. Gracias a su convivencia con varias culturas, la suya, la del poder “blanco” de Sudáfrica y la de sus alumnos Zulúes aprende a relativizar los valores culturales y extraer lo esencial relativo al respeto de la dignidad de los seres humanos.
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