El dominio y buen manejo ante cualquier situación comunicativa, planificada o espontanea, nunca es una receta certificada, aunque demostremos gran seguridad y aplomo en numerosas circunstancias de vida, siempre existe un momento de nuestra historia en que nos han traicionado los nervios y nos hemos vuelto inseguras/os. Sentimos que las manos sudan, la voz tiembla, el corazón se agita, las piernas flaquean o se nos olvidan las palabras, en esos momentos, en lo único que pensamos es en salir corriendo del lugar; más tarde, rebobinando la escena, nos arrepentimos de cómo nos expresamos, e incluso, siendo crueles con nosotros mismos, sentimos una íntima vergüenza por nuestro comportamiento.
El sentimiento de culpa o vergüenza lo único que puede hacer es acrecentar este recuerdo en un sentido negativo, y mientras más timidez sentimos, más intenta convertirse en un verdadero trauma.
Recuerda que todo cambio interior requiere un compromiso personal, a nadie más que a ti misma/o le va a interesar tanto, eliminar lo que no te hace feliz. Piensa, en una escala ascendente de 1 a 10, ¿Cuánto quieres eliminar el pánico escénico de tu vida? Con este valor definido, presta mucha atención a los siguientes tips y ponte a trabajar en ello:
- Las creencias son construcciones mentales provenientes de nuestras figuras de poder (padre- madre- ancestros), que tomamos como reglas inquebrantables, organizan y conducen nuestra vida, aparecen como frases, por ejemplo, “cállate y no hagas el ridículo”. Romperlas significaría traicionar a nuestros seres queridos, por lo tanto, nos sometemos a ellas. Por lo tanto, lo primero que debes hacer, es expresar a tus seres queridos que, independientemente del camino que tomes, los sigues queriendo y respetando igual que siempre.
- Acepta los hechos del pasado sin necesidad de aferrarte al deseo de querer cambiarlos, puesto que es imposible. Esos hechos sólo forman parte de tu pasado y no son parte de tu presente.
- Deja de ser tan exigente contigo misma/o, hiciste lo mejor que pudiste en ese momento, con las herramientas que tenías a tu alcance. Perdónate.
- Ejercita la empatía observando el lenguaje corporal y paraverbal de quienes te rodean, de esta manera podrás obtener información que te ayudará a leer sus pensamientos, sentimientos y emociones. Así verás que hasta la persona que creías más segura, tiene momentos de fragilidad, rompiendo mitos sobre la seguridad y confianza personal.
- Practica leyendo diferentes tipos de texto, frente al espejo y con grabadora en mano, para ir mejorando cada vez. Alterna entre textos de noticias, novelas, cuentos infantiles, poemas, entre otros y notarás que la intención comunicativa varía. Estás entrenando tu mente para desenvolverse en distintos escenarios.
- También practica hablar frente a un espejo de cuerpo entero, imaginando que tu audiencia está compuesta por intelectuales, amigos, desconocidos que caminan por la ciudad, profesores, seguidores, personas privadas de libertad, empresarios, enfermos terminales, niños, ancianos, etc. Graba videos de cada ejercicio y evalúa tu desempeño. Recuerda que estás entrenando tu mente para manejarse en distintos escenarios.
- Por último, ¡Sonríe! Cuando la musculatura del rostro trabaja en una sonrisa, el cuerpo produce endorfinas, estas proteínas funcionan como neurotransmisores, estimulando el sistema nervioso central y produciendo de esta manera una grata sensación de bienestar.
Como ves, el desarrollo personal es un trabajo constante, tal como buscamos hacer ejercicios para mantener nuestro cuerpo físico activo, del mismo modo ocurre con el bienestar emocional, es tiempo de cambiar de actitud, así como se ha estado haciendo ya no funcionó, es momento de ejercitar nuestras flaquezas, vencer los miedos y resolver los traumas, conectarse con el propio perdón, el optimismo y la felicidad, es la manera de avanzar a través del sendero de la vida, siempre con la invitación a hacerlo con una actitud positiva.